Procesos febriles


El termómetro iba marcando las horas lentamente. Las horas que me quedaban de vida. O eso pensaba yo, al menos, cuando lo vi llegar a los cuarenta grados. Soy un desierto, pensé, y esperé ver pasear alacranes sobre mi cuerpo. Los buitres, sin duda, estaban sobrevolando en lo alto. 

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