En esta parada de tren di mi primer
beso. Yo tenía quince años y estaba hecho un manojo de nervios; ella, si estaba
nerviosa, disimulaba mucho mejor que yo. A veces me pregunto dónde será el
último. Me gusta fantasear con ello, imaginar que sé la fecha de mi muerte y que
quedo con una chica ese día para que sea mi último beso. Quizá repetir con
aquella, con la del beso primordial. Llamarla con cualquier excusa, quedar con
ella en la estación y robarle un beso final. Para ella sería un beso más en la
marea de la historia, pero para mí sería una bonita manera de completar el
círculo.
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